viernes, 2 de abril de 2010

Mensajes del más alla - I





Respeto tardío


En el interior de la habitación, no se escuchaba ruido alguno, mientras toda la casa parecía tener vida propia, era como si esa habitación fuera un órgano muerto dentro de un ser vivo, nadie había notado tampoco la ausencia del primogénito de la casa. Sus padres se encontraban libando vas tras vaso de todo tipo de licores, reían y bromeaban con todos, mientras los niños correteaban por todos lados.

Sonó el timbre, uno de los niños llegó a la puerta, la abrió…
- ¿Se encuentra tu hermano en casa?
- No sé – respondió el niño casi indiferente.
- ¿No sabes?
- Hoy no lo he visto.
- ¿Puedes preguntarle a tu papá o a tu mamá si puedo pasar a buscarlo?
- Están borrachos, ni se van a dar cuenta.
- ¿Borrachos?
- Han estado tomando desde la mañana con algunos amigos.
- ¿Es cumpleaños de alguno de ustedes?
- Nop, si quieres pasa, si encuentras a mi hermano, le dices que salga de su cuarto, queremos jugar con el.
- Eh… claro.

El joven entró en la casa, subió las escaleras, por alguna razón se sentía ansioso, no era la primera vez que entraba a la casa de su mejor amigo, pero había algo que lo hacia sentir algo incomodo, de repente el segundo piso de la casa, le parecía algo oscuro, a pesar de que aun el sol no se ocultaba, esto le pareció raro, se fue acercando a la puerta del cuarto, una vez frente a esta, tocó la puerta, nadie respondía… extrañamente presintió que la habitación se hallaba vacía.

Bajó las escaleras, se dirigió a la sala para despedirse de los padres de su amigo, y de paso encargarles que le digan a este, que lo llame una vez hubiera vuelto a casa.
La sala estaba cada vez mas cerca, el presentimiento que tuvo en el segundo piso, se volvió mas fuerte, atravesó el umbral de la puerta, le parecía raro que hubiera una fiesta a mitad de semana, los padres de su amigo no eran irresponsables, y había escuchado algunas risotadas, todo le parecía irreal.

En medio de la sala, había un ataúd, todos estaban vestidos de negro, los niños jugaban a esconderse detrás del cajón fúnebre, los adultos seguían riendo, o al menos así lo parecía, parecía ser un sueño.
- Señor, señora ¿Qué esta pasando…?
- Nos alegra verte.

La pareja de esposos miraron al joven, este noto sus ojos enrojecidos, el hombre sacó un trozo de papel de su bolsillo y se lo entrego al joven, reconocía la caligrafía de su mejor amigo…
“Por una vez respeten mi decisión, quiero risas y pocas lagrimas, si al menos me quisieron siquiera un poco, cumplan mi ultima voluntad.
Adiós,
He de empezar una nueva aventura, espero me perdonen quienes me vayan a extrañar de verdad.”

No hay comentarios: